La sofisticación al invertir impulsa el asesoramiento financiero
El auge del capital riesgo, los fondos cotizados o los criptoactivos llevan al cliente a buscar más ayuda
Hace 40 años el mundo de la inversión era más sencillo. Quien tenía unos pocos ahorros, o bien los ponía en un plazo fijo en un banco o se compraba un apartamentito en la costa. Los más osados adquirirían unas ‘matildes’ —como se llamaba a las acciones de Telefónica— o unas Letras del Tesoro. Los fondos de inversión estaban recién creados y nadie había oído hablar aún del capital riesgo. Ahora, en 2024, la sofisticación de los mercados financieros es enorme. Las carteras de los clientes adinerados ya no solo tienen Bolsa y bonos, sino que incorporan inversiones en activos privados, socimis e incluso en criptoactivos. Y a través de internet se puede invertir en derivados financieros como los peligrosos contratos por diferencias (CFD) o en ‘turbofondos’ que multiplican por tres o por cinco las ganancias (o las pérdidas) de ciertas empresas.
En medio de este maremágnum, el asesoramiento se ha vuelto más importante que nunca. Cada vez hay más personas que deciden encargar a un banco o a una sociedad de valores que les ayude a mover su dinero. O incluso que firman contratos de gestión discrecional de carteras para que la entidad directamente compra y venda activos financieros en su nombre. Un buen ejemplo es lo que ocurre con los fondos de inversión. Después de años en los que se vendían sin más en las oficinas, ahora el 72% se distribuye bien a través de carteras gestionadas, bien con contratos de asesoramiento, de acuerdo con los datos de Inverco, la asociación sectorial...